Primeramente se tomará en
consideración el extracto del documento presentado por Magalys Ruiz denominado
“Evaluación de Competencias”, en el cual el término evaluación ha sido
connotado de diferentes maneras por muchos países, como por ejemplo:
“Para México la evaluación es, observar la evolución del logro
escolar a partir de la estimación del rendimiento académico en las distintas
asignaturas.
Mientras que para Argentina es, brindar
información sobre qué y cuánto aprenden los estudiantes durante su paso por el
sistema educativo, así como indagar en qué medida van adquiriendo las
capacidades y los contenidos de su propio desarrollo que los diseños
curriculares y la sociedad misma.
Chile indica que es, medir regularmente el estado y progreso de
los logros de aprendizaje de los estudiantes, a través no sólo de contenidos,
sino también de habilidades superiores de pensamiento” (Ruiz M., 2008, p. 1).
De las anteriores definiciones
habría que rescatar que mientras que para México la evaluación es una estimación
del rendimiento académico, para Argentina esta valoración le sirve para saber
en qué medida van adquiriendo capacidades; y en Chile, no solo es importarte
los logros en el aprendizaje a través de contenidos, sino las habilidades
superiores del pensamiento.
“El modelo de evaluación actual es
un modelo taylorista centrado en la medición, es decir, contrasta entre
objetivos y resultados, este tipo de evaluación se caracteriza por objetivos
orientados hacia el dominio de los contenidos, o hacia un saber hacer operativo”
(Ruiz M., 2008, p. 2).
Por tanto los
docentes están convocados a un cambio de enfoque en la evaluación del
aprendizaje, hacia los siguientes aspectos:
·
Expresar los objetivos en términos de
capacidades.
·
La intención es que la nueva información ha de
ser la base para traducirla en saberes integrados (saber, saber ser y saber
hacer).
·
El docente debe cambiar y ser actor del proceso
de recuperar y recoger evidencias.
·
Las ponderaciones.
·
Los instrumentos deben enfocarse a una
evaluación enfocada en el juicio a través de la observación sistemática, los
portafolios y sistematizar para organizar esa información como las rubricas
como matriz de valoración (Ruiz M., 2008, p. 2).
Recorrido didáctico
tradicional
Se basa fundamentalmente en la
búsqueda de información en textos, en dosificarlos para su transmisión vía una
planeación de objetivos y actividades de aprendizaje. Al final, la evaluación
del aprendizaje solo considera evaluar lo que se recuerda.
Recorrido didáctico por
competencias
“Tarea integradora es decir
situación donde se va a demostrar lo que se aprendió, orientar la planeación
del aprendizaje, y la evaluación para verificarlo, las evidencias son
aportaciones que tiene que hacer el alumno para demostrar que está haciendo
para aprender y los objetivos están expresados como capacidades y llevar una
secuencia didáctica, es decir una apretura, desarrollo y cierre. El modelo de
evaluación centrado en el juicio se caracteriza por tres características” (Ruiz
M., 2008, p. 3):
1.-
Caracterización del proceso de evaluación basado en competencias. El
proceso es continuo, es sistemático y se basa en evidencias.
2.- La
evaluación como proceso continúo. Se asocia a la recuperación y recolección
de evidencias que presente ese tránsito gradual hacia mayores niveles de
autonomía.
3.- La
evaluación como proceso sistemático. Incluye determinar lo que funcionará
como insumo, al planear y organizar la evaluación y supone analizar las salidas
o metas desde un proceso pos instructivo y todas estas fases deben estar
guiadas por procesos re alimentadores constantes (Ruiz M., 2008, pp. 3-4).
En
segundo término se encuentra el extracto del documento de Sergio Tobón
“Formación Basada en Competencias”.
“Con
el ingreso del enfoque de competencias a la educación, la evaluación
tradicional está pasando del énfasis en conocimientos específicos y factuales
(referidos a hechos) al énfasis en desempeños contextualizados a un determinado
entorno.
Tobon
visualiza la valoración considerando los siguientes aspectos: categorización, caracterización,
exclusión, vinculación, división, ejemplificación y noción” (Tobon S., 2005,
pp. 235-238).
Aplicación de la valoración
“La
valoración de las competencias requiere de tres procesos interdependientes:
autovaloración, covaloración y heterovaloración.
Autovaloración
Es el proceso por medio del cual la propia persona valora la
formación de sus competencias con referencia a los propósitos de formación, los
criterios de desempeño, los saberes escenciales y las evidencias requeridas.
La autovaloración tiene dos componentes centrales: el
autoconocimiento y la autoregulación. La primera es un diálogo reflexivo
continuo de cada ser humano consigo mismo, que posibilita tomar consicencia de
las competencias que es necesario construir de cómo va dicha construcción. La
segunda, es la intervención sistemática y deliberada con el fin de orientar la
construcción de las competencias de acuerdo con un plan trazado.
Para
que la autovaloración tenga éxito es necesario:
·
Crear espacios de confianza y aceptación.
·
Generar el hábito en los estudiantes de comparar
sus logros obtenidos con los objetivos propuestos.
·
Permitir que los estudiantes hagan cambios para
cualificar su desempeño.
·
Construir en los estudiantes la actitud de la
autovaloración con responsabilidad y responsabilidad.
·
Orientar a los estudiantes en la escritura de sus
autovaloraciones.
Covaloración
Consiste
en una estrategia por medio de la cual los estudiantes valoran entre sí sus
competencias de acuerdo con uno criterios previamente definidos. De esta
manera, un estudiante recibe retroalimentación de sus pares con respecto a su
aprendizaje y desempeño. La covaloración requiere de la puesta en práctica de
las siguientes pautas:
·
Concientizar a los estudiantes sobre la importancia
de los comentarios de sus compañeros para mejorar el desempeño y construir la
idoneidad.
·
Generar en el grupo un clima de confianza y
aceptación.
·
Motivar hacia la asunción de los comentarios de los
compañeros desde una perspectiva constructiva.
·
Asesorar a los estudiantes en cómo valorar los
logros y las dificultades en sus compañeros.
Heterovaloración
Consiste
en la valoración que hace una persona de las competencias de otra, teniendo en
cuenta los logros y los aspectos por mejorar de acuerdo con unos parámetros
previamente acordados. Colocarse en el lugar del estudiante sin perder el
propio como profesional” (Tobon S., 2005, pp. 237-240).
Fines de la valoración
“En
general la valoración de las competencias en el marco educativo tiene cuatro
fines bien claros: la formación, la promoción, la certificación y la mejora de
la docencia. En el ámbito de la formación, la valoración tiene como meta
esencial bridar retroalimentación a los estudiantes y a los docentes en torno a
cómo se están desarrollando las competencias establecidas para un determinado
curso o programa.
Momentos de valoración
La
valoración por competencias se debe de llevar a cabo en tres momentos: al
inicio, durante el proceso formativo y al final de éste. Al inicio debe de
realizarse un diagnóstico de cómo están los estudiantes en la formación de sus
competencias y cuáles son sus intereses y expectativas. Durante el proceso, la
valoración busca retroalimentar en cómo se está dando el aprendizaje y la
pertinencia de la medición docente, y al final, la valoración tiene como meta
determinar cómo fue la formación de las competencias y determinar la promoción
y la posible certificación.
Participación de los estudiantes en el
establecimiento de las estrategias de valoración
El
éxito de los procesos de valoración de las competencias está relacionado con el
grado en el cual estos sean asumidos como válidos por los estudiantes. Para
lograr esto, es muy importante crear espacios para discutir con ellos la
importancia de la valoración, sus tipos y estrategias, buscando que expongan
sugerencias y comentarios para implementar o mejorar dicho proceso dentro de un
determinado curso.
Pasos generales en todo proceso de valoración
La
valoración de las competencias va más allá de la simple emisión de un juicio.
Implica articular cuatro aspectos: indagación, análisis, decisiones y
retroalimentación.
·
Indagación. Consiste en recoger información de
forma sistemática en torno a cómo se están desarrollando las competencias
empleando diversas estrategias para el efecto y considerando sus componentes.
·
Análisis. La información se analiza teniendo como
base los criterios de desempeño, los saberes esenciales, el rango de aplicación
y las evidencias requeridas.
·
Decisión. A partir de las conclusiones se toman
decisiones, las cuales pueden ser respecto al aprendizaje, las estrategias
didácticas, la promoción o la certificación.
·
Retroalimentación. Consiste en compartir los
resultados de la valoración así: autoevaluación con compañeros y docentes;
covaloración del grupo con cada compañero y heterovaloración, del docente con
cada estudiante” (Tobon S., 2005, pp. 240-243).
Técnicas e instrumentos para valorar las
competencias
“Existen
muchas maneras de medir el aprendizaje, una de ella es la presentación de portafolios
de evidencias, pero además es recomendable emplear otras técnicas con el fin de
realizar una valoración integral de las competencias, teniendo en cuenta la
heterovaloración, autoevaluación y la covaloración. La valoración prioriza en
el desempeño según criterios de actuación en un contexto sistémico. Dentro de
estas técnicas se encuentran:
· La
observación.
· Entrevistas
focalizadas.
· Diario
de campo.
· Pruebas
ejecución.
· Ensayos.
· Cuestionarios
de preguntas abiertas.
· Pruebas
de conocimientos.
· Pruebas
de competencias cognitivas.
· Lista
de cotejo.
· Escalas
de valoración” (Tobon S., 2005, pp. 248-253).
Al
momento de aplicar las anteriores técnicas es posible obtener una valoración
del grado de aprendizaje significativo obtenido por los estudiantes y por
consecuencia que porcentaje de la competencia se ha logrado.
Valoración de los saberes específicos. Valoración
del saber ser (valores, actitudes y normas)
Como parte de esta valoración se sugiere que los
estudiantes se autovaloren con cómo están con respecto a los valores, las
actitudes y las normas definidas para un determinado elemento de competencia.
El reto es sensibilizar a los alumnos para conocer su sentir y poder brindarles
el apoyo pertinente.
Valoración
del saber conocer. Conocimientos factuales, nociones, proposiciones, conceptos
y categorías
Para la valoración de conocimientos específicos,
Tobon recomienda el uso de test (cuestionarios cerrados) para saber si el
estudiante tiene los conocimientos mínimos requeridos. Con respecto a los
instrumentos cognitivos, estos deben de establecerse en conjunto con los
alumnos, debe sugerirse la elaboración de proyectos prácticos en los cuales la
información no se repita de manera literal, sino parafraseada.
No puede dejarse de lado la valoración de
competencias y capacidades cognitivas dentro de este saber. Para ello se
recomienda la aplicación de pruebas objetivas que examinen el uso de
habilidades del pensamiento con la resolución de problemas. Finalmente, estos
instrumentos cognitivos pueden valorarse mediante la realización de ensayos,
artículos, monografías, informes breves y resúmenes, donde se determinen cómo
los estudiantes los usan y los relacionen entre sí.
Valoración
del saber hacer. Procedimientos y técnicas
Los procedimientos deben valorarse teniendo en
cuenta la manera como se ejecutan y se ponen en acción acorde con determinadas
actividades, una técnica fundamental por emplear es la prueba de ejecución
complementadas con: observación, listas de cotejo y escalas.
Para valorar los procedimientos debe partirse de
criterios claros y objetivos, en los cuales se recomienda tener en cuenta: la
comprensión del tipo de actividades y problemas, el entendimiento y la
conciencia de los pasos que implican ejecutarlo, la realización de estos de
acuerdo con parámetros convencionales, el uso funcional y flexible del
procedimiento, la corrección de errores durante su desempeño y la eficiencia y
la eficacia en el empleo del mismo.
Conclusión
La evaluación del aprendizaje en el enfoque tradicional,
simplemente considera el obtener un valor numérico para representar los
“conocimientos” adquiridos por los estudiantes. No toma en cuenta las
habilidades o competencias.
Generalmente en el enfoque tradicional para
realizar esta valoración se hace uso del examen, y es muy frecuente que éste se
diseñe con preguntas abiertas, quedando la interpretación del mismo al docente.
Mediante este mecanismo de valoración el estudiante no siempre acierta a lo que
el profesor cuestiona y se generan sentimientos de frustración. Además de que
casi nunca hay una retroalimentación, por consecuencia no existe un crecimiento
académico.
Al centrarse toda la valoración en un examen, no
es posible determinar el grado de aprendizaje significativo obtenido por el
estudiante.
Contrariamente, en el enfoque basado en
competencias, la valoración se da desde el mismo momento de iniciar el curso,
ya que el docente debe de aplicar un examen diagnóstico, a fin de determinar
cuáles son los aprendizajes bases y las competencias que ha adquirido el
estudiante.
Después, durante la realización del curso, el
profesor puede implantar diversas herramientas y técnicas para facilitar el
aprendizaje de los temas, así como para que la valoración realmente proporcione
un crecimiento al estudiante.
Estas herramientas pueden ser: uso de mapas
mentales, ensayos, tests cognitivos, específicos, monografías, exposiciones,
proyectos, entre otros. Mediante los cuales sea posible valorar el saber, el
saber ser y el saber hacer.
Con respecto a la valoración, es necesario e
indispensable aplicar la autovaloración, ya que proporciona madurez al
estudiante darse cuenta por sí mismo en dónde se encuentran sus errores
(oportunidades de mejora); la covaloración, recibir comentarios y aportaciones
de parte de sus compañeros permite un crecimiento, tanto personal como
profesional y la heterovaloración, la que realiza el docente o cualquier
persona externa, con respecto al trabajo desarrollado por el alumno.
Las anteriores valoraciones eliminan la
incertidumbre y la frustración, proporcionan una retroalimentación completa, la
cual permite la promoción y certificación de los saberes obtenidos.
El propósito del enfoque basado en competencias,
no es solo que el estudiante aprenda conceptos, sino que los aplique en su vida
diaria, que los entienda, los comprenda y los utilice de manera práctica. Para
lograr lo anterior es necesaria la utilización de las distintas formas de
valoración, tal y como lo propone Tobon, de esa manera si el estudiante tiene
oportunidades de mejora, puede fácilmente lograr la competencia necesaria.
Bibliografía
TOBÓN Sergio (2005), Formación Basada en
Competencias, pensamiento complejo, diseño curricular y didáctica, Ecoe
Ediciones Ltda. Bogotá.
RUIZ Iglesias, Magalys ( 2008), La Evaluación de
Competencias.
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